Mientras tanto, esperaba en la parada del colectivo. Un viento frío otoñal levantó un par de hojas en la calle desierta e hizo flamear su tapado bajo el cual escondía la mayor parte de su cuerpo, y cosas q no correspondían a éste. Y con el mismo desinterés q observaba su derredor miró en dirección a la calle y creyó ver aproximándose una amenaza. Rápidamente chequeó si estaba en lo cierto.
En efecto, elegante y con su misma mirada tranquila pero amenazante, se acercaba serenamente la figura q tantos conflictos encarnaba y un enemigo tan letal como predecible en las intenciones de su aparición. Cómo el destino se había asegurado de q sus caminos se cruzaran de vuelta, él no podía deducirlo mientras esperaba preparándose mentalmente para el enfrentamiento. Correr era una estupidez, además de algo q secretamente no era realmente lo q deseaba.
Su belleza no se había visto modificada por el tiempo y su rostro era más hermoso de lo q su distorcionada memoria podía reconstruir. Lo seducía tanto como la muerte misma lo había seducido aquellas mañanas en las q se levantaba y ella ya no estaba al lado en su cama.
Y en ese momento pensó en el principio de todo. El frío otoñal pareció congelar el tiempo. Tanta velocidad de pensamiento, tantas imágenes de todo su pasado podían significar sólo una cosa; q jamás se subiría al colectivo q estaba esperando. Y pensó en aquella mirada. A través de un salón abarrotado de gente, sus ojos hicieron contacto visual y de repente ambos se sintieron separados del mundo, solos pero juntos. Y después todo hubo de terminar. Pero no para él, y allí siguió lo más crudo. Allí siguieron los motivos de tal visita.
Ella no venía sola. Dos hombres caminaban a sus costados, igual de altos y con una expresión en su rostro de simple y llana amenaza. Eran sus guardaespaldas, o gorilas. Estaba bien si quería defenderse de cualquier otra persona, pero Spike no terminaba de entender por qué los traía consigo a su encuentro.
Y así nomás la velocidad aceleró de vuelta y se hayaban frente a frente ya. El encuentro de dos ases completamente especializados en su arma de elección. Cualquiera q los conociera no sabría a quién apostar; y aquel q los conociera mejor q nadie, sabría q a ninguno. El silencio reinó la escena unos momentos, volviéndola ridícula para el espectador ingenuo, ignorante. Pero las palabras no eran necesarias para transmitir sentimientos tan intensos; la sola mirada podía transmitirlos. Spike sentía por fin la dulce resignación; se veía librado de toda elección. Ya no era dueño de su destino. Lo q debía hacer ya era obvio, ya le había sido indicado. Sonrió débilmente mientras desabotonaba su abrigo.
Los gorilas de repente se abalanzaron sobre él, y aunque habían sido previstos con cautela, no pudieron predecir ni esquivar los rápidos movimientos q hizo Spike con su Katana, una vez retirada de su estuche escondido bajo su prenda más externa. Heridos levemente, ambos hombres tan fornidos retrocedieron mostrando temor en su semblante, pero rápidamente buscaron dentro de sus propios abrigos su arma letal. De poco les sirvió, pues en el tiempo q tardaron, ya Spike se tomó el lujo de quitarles la vida y cayeron inertes al suelo.
"103 y 104" pensó Spike. Su último número sería 104 o 105. Y eso se estaba a punto de decidir. Sin embargo, no iba a asestar el primer golpe. Un haz de dubitación iluminó su mente con una idea aberrante, una q no debía existir en ningún luchador en presencia tan peligrosa de su mayor contendiente. Por ahí no hacía falta un enfrentamiento. Por ahí el silencio podía romperse.
- Perdón- atinó a decir mientras sostenía su espada en la última posición en la q había atravesado al 104.
- Eran un estorbo de todas maneras- respondió con marcada indignación dirigida a sus empleados.
- No... Perdón- repitió Spike enfatizando la última palabra.
- No digas algo q tan claramente no sientes tan solo para salirte de esta situación- respondió fríamente.- Es muy claro q no podremos resolver nuestras diferencias. Siendo tú un hombre no habrás hecho más q evadirlas, pero yo he pensado largamente sobre nuestro conflicto y no tiene solución en palabras. Sólo podemos eliminar una postura por la fuerza.
Y tenía razón. Realmente no se arrepentía de nada de lo q había hecho. Cualquier cosa q pudiesen discutir jamás llegaría a solucionarse; debatirían por horas sin llegar a conclusión fructífera. Estaban atrapados en un camino sin salida. Y recordó lo q había visto en una película, y vio cómo él también sentía lo mismo. Ella era completamente incapaz de contarle la verdad y abrirse, así como él era completamente incapaz de creerle en caso de q lo hiciera. La escalante desconfianza era irreversible.
La verdad ninguno de los dos la sabía. Ésta es una historia triste, trágica. Así, los protagonistas no están al tanto de lo q realmente pasa, lo q los lleva a cometer los actos trágicos. Ambos están profundamente enamorados del otro. Todo fue un malentendido. Sus orgullos eran demasiado grandes para confesar su amor cuando no estaban seguros de q el otro los amara primero. Y cuando Fay había terminado la relación no fue más q por querer generar un efecto en él, un efecto q le asegurara su amor. Todo se targiversó y ambos comenzaron a destruirse. Ahora, ninguno de los dos podía perdonar al otro. El descenlace alternativo no se conoce, pero por ahí todo hubiera sido diferente si al menos uno de ellos, en un momento de debilidad hubiera exclamado sus sentimientos.
Los filos de ambas espadas chocaron y chirriaron mientas sus dueños empujaban en sentidos contrarios. Luego se separaron y volvieron a juntarse, rompiendo rítmicamente el silencio de esa calle desértica. Ambos se movían con la agilidad de maestros en su arte. Las dos katanas zumababan en el aire. Esquivando Spike la espada de Fay, ésta fue a dar contra el poste de la parada de colectivo, q cayó sobre un auto haciendo un gran estruendo. La pelea continuó y los contendientes abandonaron sus posiciones iniciales para diversificar; comenzaron a caminar por las calles, por encima de los autos, cuyas alarmas interrumpieron ya definitivamente con un barullo el anterior silencio.
Lentamente los enemigos iban cediendo al cansancio y sus golpes se volvían menos potentes y menos acertados. La poca agilidad llevó a las primeras cortadas, y sangre salió de entre las carnes de ambos ex-amantes. En un error de cálculo, Spike llevó su espada más allá de donde era necesario y su guardia se vio comprometida por el tiempo suficiente para q Fay bajara violentamente su espada partiendo la de Spike y haciéndolo soltarla. Las alarmas de los autos no cesaban, pero los movimientos de los contendientes ya se habían detenido. Con una mirada q ya no ocultaba su amenaza, Fay mantenía su espada en la posición antecedente al golpe final; dándole tiempo al ya difunto a q creara sus últimos pensamientos. Cuando ya creyó q ese tiempo había pasado, asestó el golpe final.
Pero Spike había aprendido nuevas técnicas durante su incomunicación con Fay. Técnicas q mantuvo en secreto y q sólo él y su maestro sabían. Esquivó la espada de Fay y con un rápido movimiento se la quitó de las manos. Fay tuvo buenos reflejos y ante los dos primeros movimientos de Spike resultó ilesa, pero el tercero llegó a rasparle el estómago y Spike la hizo caer al piso.
Miró en aquellos ojos asustados, en aquel cuerpo tan hermoso tirado salvajemente en la calle. Aquel q en otros tiempos estaba igual, pero con una sonrisa y a punto de darle la bienvenida y cogerlo en sus brazos. Esos recuerdos hacían más dolorosa la acción final. Levantó la espada apuntando hacia abajo y juntando ambas manos, y descendiendo su cuerpo y arrodillando sus piernas a ambos costados de su amada, le perforó el pecho. Había cerrado sus ojos y ahora los abría y dirigía su mirada lentamente hacia la de Fay. Se quedó mirando cómo la vida la iba abandonando de a poco. Luego, entre sus ropas convertidas en harapos por la espada q ahora sostenía en sus manos, sintió un círculo de intenso frío metálico contra su piel en su pectoral izquierdo. Llegó a deducir a q pertenecía esa sensación sólo una milésima de segundo antes de q se escuchara el disparo y un fuego intenso le atravesara el corazón. El balazo pareció reinar sobre todo otro sonido, ya q en ese mismísimo instante las alarmas de los autos se detuvieron, al igual q la jadeante respiración de Spike. Utilizó sus últimos esfuerzos para extraer la katana del pecho de Fay y se dejó caer sobre éste. El brazo de ella no le opuso resistencia; es más, acompañó el movimiento y cedió al esfuerzo de sostener el revolver. Tirado sobre ella como muchas veces lo había estado no pudo evitar sentir todo lo q había sentido en ocasiones similares. Y de repente sintió q se había transportado en el tiempo, q seguían juntos, q estaban intimando. Fay imaginaba lo mismo. Luego, una brisa fría se llevó consigo esta ilusión. Estando sus labios a la altura del oido de Fay, Spike aprovechó a decir en voz baja:
- Te amo. Nunca dejé de hacerlo.
Y con su último suspiro, Fay devolvió el sentimiento.
- Siempre supe q iba a morir a tu lado, Fay.
- Y yo siempre lo desee, mi amor.
Ambos se volvieron cada vez más fríos hasta quedar completamente inmóviles. Unos minutos después, en la calle el silencio volvió a romperse por el ruido del motor del colectivo, q viendo q no había pasajeros q subir, pasó de largo por la parada a cuyos pies descansaban cuatro cuerpos.