Qué país generoso.
Habiendo terminado con los exámenes y ganándome mis vacaciones, tuve tiempo de ponerme al día con qué andaba pasando fuera de mi burbuja de perocupaciones universitarias. Empecé a leer la revista NOTICIAS (así, todo en mayúsculas, como se nombra a sí misma en sus artículos), que me proveyó información muy interesante y me abrió un poco los ojos, sobretodo a alguien tan ingenuo como yo, que necesita que le presenten datos y análisis para que entienda exactamente lo que significa que "todos los políticos afanan".
En fin, terminé enterándome de muchas cosas bastante interesantes, complementadas con un suplemento Enfoques que hacía tiempo que no tocaba. La religión católica está perdiendo creyentes, lo cual me alegró hasta que me enteré quién los está ganando: la cienciología y los evangelistas. Estoy empezando a cambiar de opinión y dejar de culpar al pastor para culpar a las ovejas. Qué iluso yo cuando creía que la difusión de los perversos manejos de las "iglesias" cuyas sucursales tienen un cartel en letras rojas que dice "Jesús es Nuestra Estaf... digo, Nuestro Señor" iba a hacerles perder popularidad e impedirles convencer a la gente para que les regale sus propiedades.
El atentado de Londres que atenta contra la multiculturalidad europea. La guerra civil boliviana que atenta contra su integridad geográfica (dicen que puede llegar a dividirse en dos sectores y que cada uno se acoplará a Brasil y Argentina...). El ALCA que no atenta contra nada pues parece estar al borde del fracaso.
La guerra entre Duhalde y Kirchner; la alianza de Duhalde con Menem para derrocarlo en las elecciones 2007 me tienen preocupado... Y luego peculiaridades de este mundo loco en el que vivimos que al menos te entretienen...
Del último ejemplar de Enfoques, recomiendo dos artículos. El primero habla sobre Norman Mailer y he aquí algunos fragmentos interesantes opinando sobre la administración Bush junior:
Alentado por el auditorio claramente aprobatorio, lleno de partidarios demócratas, Mailer descargó una sucesión de golpes antiBush. Consideró al 43° presidente "estúpido", "ingenuo" y un miembro "esencialmente malvado" de una red de viejos compinches.
La historia juzgará el "¿Why Are We at War?" ("¿Por qué estamos en Guerra?" - 2003) de Mailer como una de las críticas más radicales escritas contra Bush. Sostiene que la campaña neoconservadora a favor de la guerra contra Irak fue motivada por la esperanza de construir un nuevo Imperio Americano, usando una "inmensa presencia militar" en Medio Oriente como "cabecera de puente para dominar el resto del mundo". "Bush es un hombre que cree en el poder del fundamentalismo como fuerza política", sostuvo Mailer, y "también reconoció que la guerra es la mayor impulsora del fundamentalismo que puede haber, porque insiste en la creencia de que el propio país no comete errores y que la vida de una persona en su país vale por las de 10 o 20 o 30 personas en otros países."
El día después de la conferencia, nos encontramos con Mailer para almorzar en un hotel pequeño en la calle Río Grande. "La estupidez es la enfermedad estadounidense", me dice mientras tomamos una sopa. "Y Bush es el maestro entre sus practicantes. Es inepto para hablar el inglés. Y una de las cosas que creo necesarias para la salud de la democracia -para que sea vibrante- es el uso del lenguaje. Creo que lo que ha hecho que Gran Bretaña siga siendo una democracia a pesar de todos sus absurdos y los peores aspectos del imperialismo es Shakespeare. Es el amor al idioma inglés, lo adoran, lo respetan y viven con él. Y ésa es la clase de cosas por la que es correcto vivir? Pero por el otro lado está Bush con su lenguaje estadounidense de burro muerto. Creo que es imperdonable. Elige ser estúpido."
Brinkley, Douglas. "Norman Mailer: "La estupidez es la enfermedad de EE.UU."". Sección Enfoques, diario La Nación. 7/8/2005.
Es tal cual y muy gracioso! El artículo además cuenta la vida de Norman Mailer y otras peculiaridades.
El segundo artículo habla de una costumbre argentina: la auto-victimización. No importa lo q pase, nosotros no tuvimos ninguna culpa y fuimos una pobre víctima de las circunstancias. Esta actitud es practicada con frecuencia por políticos y personajes polémicos. Vean un estracto, aunque recomiendo leer el artículo entero (por más que es un poco largo, realmente vale la pena):
El peronismo y el payador
En la cultura de la víctima, gran panacea de la política nacional, el peronismo es maestro indiscutido. Desde la aparición del coronel Perón en la escena (con el gobierno militar del GOU, en 1943), el peronismo ha sido la tendencia política que ha estado a cargo del poder nacional más tiempo: aproximadamente 29 años, casi la mitad del total, contra 19 de los militares y 14 de los radicales. ¿Se ha hecho cargo, al menos en parte, del tremendo fracaso de la sociedad argentina? ¿Considera que sus principios y su accionar son parte indivisible del derrumbe general? ¿Ha hecho autocrítica, depurado sus filas, actualizado sus concepciones y prácticas? Nada de eso, sino todo lo contrario. El peronismo vuelve hoy a la vieja concepción de un partido-movimiento sin minoría, dirigido verticalmente por un Jefe y que representa, entera y solitariamente, los intereses de la Patria. Se trata de la reencarnación del payador perseguido de Atahualpa Yupanqui. Todo lo malo sucedido en este país se debe a la ineficiencia radical, a las dictaduras militares y a la fatídica década del noventa. Desde luego, que el peronismo haya gobernado el país trece años sobre los quince transcurridos desde 1990 es un hecho "formal", es decir: irrelevante.
Iglesias, Fernando A. "Sociedad: la cultura de la víctima". Sección Enfoques, diario La Nación. 7/8/2005.
Como dice el artículo, el gran premio de hacerse la víctima es la impunidad. Inevitable para mi es la relación con la cultura del "vivo" en Argentina; el que le esquiva al deber y a la responsabilidad es un capo, un master, y así deseamos ser todos; y se merece un aplauso y etc. Si te colás en el colectivo, si te quedaste con unos pesos de más de algún lado; en fin, si cagaste a alguien, sos lo más. Esta actitud no existiría si la sociedad se encargara de castigarla y difamarla.